Vivir buscando el Norte, esa es mi lucha personal. El norte como horizonte, el norte como infinito, como respiro, como suspiro. El norte como sueño...
jueves, enero 18, 2007
LORENA... ARDIN
Existe un lugar como el Cementerio de los libros olvidados de "La sombra del Viento" (Carlos Ruíz Zafón), quizás sea mucho más pequeño que el que narra el libro pero cuando lo leí, sin darme cuenta, hice conexión con el que veis en las fotos. La primera vez que entré en el quiosco del Sr. Barrachina me quedé boquiabierta al ver todos los libros que almacenaba allí. Me pareció un lugar mágico, de esos en los que una se pierde y no tiene tampoco demasiado interés por buscar la salida. Un lugar perfecto para los que amamos los libros, donde he podido encontrar algunos realmente especiales y de los que ya casi ni recordaba su existencia. Hay libros, comics, novelas, verdaderamente antiguos y de colección. Pues bien, este lugar cierra sus puertas para siempre este año y si alguno quiere conocerlo está a tiempo de hacerlo todavía. Se encuentra en una calle muy céntrica de Castellón, Antonio Maura, justo enfrente de la Casa de Cultura.
Lo de Lorena Ardin viene porque el sr. Barrachina no tiene otra manera de recordar mi nombre que acordándose de una escritora francesa llamada así.
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4 comentarios:
Lorena, decididamente tienes tu tienes ojos para ver.
Cuando cierre las puertas sin lugar a dudas uno de los lugares más especiales de Castellón dirá adiós tal como en su día lo hizo La Horcha (en C/ Mealla, aún se puede ver la puerta del local). En mi caso siempre que he pasado por la C/ Antonio Maura he mirado con atención la exposición de libros y comics antiguos. Vaya maravilla!
Holaaaaaaaaaa!!!, si, yo también recuerdo la Horcha y las rosquilletas de la Mustia de la C/Mayor¿qué me dices?, ¡deliciosas!. ¿Has visto alguna vez la parte interior de la tienda del sr. Barrachina?, porque si no la has visto te invito a entrar. Además tiene revistas antiquísimas de la revista Vertical, nada, ¡una pasada!
Yo también recuerdo las roquilletas de la Mustia, donde podía uno pasar una mañana quédándose embelesao mientras ponía una docena contando las rosquilletas de una en una.
Si, las contaba y las recontaba no fuera a ponerte alguna de más. Nunca tuve muy claro cuantas entraban por duro, pero vaya, todos esperábamos pacientemente a que nos las diera y es que estaban de muerte de tan ricas¿verdad?, que pena que se haya perdido esa receta...
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